Te siento, y lo que antes me producía tristeza llega ahora a mi interior como una caricia, porque el tiempo ha curado las heridas de mi alma y, a la vez, me ha aportado esa amplia visión que la experiencia trajo consigo.
Te siento y respiro paz, porque limpias mi espacio, todo mi alrededor, engendrando esa fragancia propia de la vida renovada, recomponiendo los trozos de alegría que se había ido destruyendo.
Te siento y sonrío, porque destierras los desaires que me produjeron ciertas acciones dañinas, haciendo mi corazón más fuerte que nunca.
Te siento y siento alivio, porque es como si el universo descargara su dolor y rabia, arrastrando esa furia y dejando paso al desahogo.
Te siento y agradezco tu aparición, porque hace más fácil comprender que nada de lo que me hirió persiste, sino que se diluye en la memoria.
Te siento hoy más intensamente que nunca, a ti, lluvia, porque a pesar de tu melancólico aspecto, acoges en ti una belleza inigualable que hace brillar la mirada de quien lucha por seguir respirando.