Las manos del tiempo

Las manos del tiempo siguen su inevitable curso, trayectoria que no para jamás por mucho que queramos, transitan a través de nuestras vidas sin pararnos a valorar esos momentos que hacen brillar nuestra mirada.
 Y viajando a bordo de ese tren que es la vida vemos girar el paisaje ante nosotros como una suave estela porque ninguna estación nos aguarda, todo sucede a un leve compás imparable, y en un determinado instante de nuestro viaje, sin saber cómo, advertimos que hemos de saborear la vida al ritmo que marca, porque el único momento en que nuestro tren se detenga, todo habrá terminado.

Valió la pena

Anduve perdida, deambulando por un destino que no estaba hecho para mi, a merced de las garras de seres injustos y crueles que volcaban su odio sobre cualquier alma incauta como la mía, que renunció siempre a la maldad y al desprecio remando en contra de una corriente perversa y maligna, cuyo cauce contaminaba todo mi alrededor.

Pero hubo un momento en que pude huir de allí, despojándome de mis complejos por el camino, amarrando con fuerza mi suerte y destruyendo el absurdo miedo a vivir, ignorando las miradas llenas de prejuicios y burlando sus ganas de herirme.

Supe dar color a mis días, ilusionarme en cada nuevo albor, agradecerle a la vida cada pequeño instante, y respirar la savia de mi existencia.

Y cada vez que miro al pasado no puedo evitar sonreír con alborozo, y descubro, satisfecha, que valió la pena intentarlo.