miércoles, 19 de agosto de 2015

Lugares que invitan a saborear la nostalgia

Hay lugares que nos transportan al pasado, que nunca han querido perder su encanto de sitio único, auténtico, su olor a naturaleza sin explotar ni corromper.
Cada vez que visito ese rincón que forma parte de mi pasado familiar, tengo la sensación de que el tiempo se ha detenido, negándose a seguir avanzando por un mundo que está perdiendo sus raíces, su aroma, atributos que permanecen innatos en dicho rincón, así como esa frescura que, pase el tiempo que pase, seguirá haciendo sonreír a todo aquel que quiera dejarse invadir por su aire limpio y virtuoso que no va a encontrar en ningún otro lugar, solamente allí, eternamente.
Todo lo que allí se halla, los caminos, los prados, los árboles, el color del cielo, el silencio imponente y majestuoso, hacen que me olvide de que fuera existe otro mundo que sí evolucionó, pero que al hacerlo perdió su esencia por el camino, cubriéndose de hojas otoñales que tiñeron de gris su memoria y borraron la impronta de su belleza.


Dedicado a Turienzo de los Caballeros, Astorga (León),
pequeña aldea que sigue conservando su encanto del ayer.




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