Tu música fue la banda sonora de nuestra infancia y de tantas tardes de invierno; engalanó los días festivos y lejanos que ahora quedan prendidos en nuestra memoria. Fuiste el artífice del goce de tanta gente que disfrutó escuchándote.
Tu inquietud por poner melodía a la belleza de aquellas letras que nacían en lo más profundo de tu corazón, hizo que tu inesperada partida dejara desolado nuestro pensamiento, y el oírte ahora hace que el vacío sea tan devastador como la pena de buscarte con la mirada y saber que no vas a regresar, y suplicamos soñarte para volver a sentir el consuelo de tu presencia, porque es tu ausencia lo que ahora ocupa las inacabables noches, porque te llevaste un trozo de cada uno de nosotros y a la vez un trozo de ti permanece a nuestro lado.
Alivia saber, sin embargo, que tus notas quedarán grabadas para siempre y darán compañía a los días que quedan por venir, que el legado de tu arte no se ha desvanecido, sigue un camino que no va a torcerse mientras tu recuerdo continúe resonando tan alto y tan fuerte en cada uno de nosotros, en todos aquellos que siguen tu estela y luchan por perpetuar tu extensa obra, esa virtuosa cualidad de despertar la emoción de quien siente tu música.
Sé que tu recuerdo se quedará siempre acompañando tu arte, y continuarás estando vivo en cada uno de nosotros, y sé que seguirás arrancando acordes con tu laúd para aquellas letras que dejaste sin acabar, porque eso fue lo que te dio la vida y eso será lo que nos haga seguir viviendo.
Buen viaje, maestro, compañero, esposo, hermano, amigo; buen viaje, padre, y sigue tocando allá donde estés.
Hasta siempre.
Hasta siempre.